Julio Anguita
Estimad@s conciudadan@s:
El motivo de estas líneas es doble: someter a reflexión una serie de ideas,
comentarios y propuestas y dar cuenta del estado y desarrollo del Frente
Cívico. La intención no es otra que incentivar el análisis y el debate sobre la
realidad económica, social y política en nuestra incipiente organización; una
realidad que sólo puede ser cambiada por la mayoría que la sufre. Por otra
parte informaremos sobre los pasos, todavía incipientes e inseguros, que vamos
dando para configurarnos a lo largo y ancho de la geografía hispana.
Desde hace mucho tiempo la sufriente y mayoritaria ciudadanía española, es
convocada cada quince días, aproximadamente, a un espectáculo mediático que a
fuer de repetitivo es ya cansino: el fin de los problemas e incertidumbres
sobre la deuda, la economía, el euro o la UE como consecuencia de las
decisiones de la troika comunitaria o de algunos de sus miembros. A las pocas
horas del “acontecimiento” que se suponía trascendental, la realidad vuelve a
emerger: no hay solución desde la perspectiva de los DDHH, el Derecho, la Razón
o la Justicia. Los intereses de la minoría financiera y sus políticos
adiestrados siguen siendo no sólo prioritarios sino exclusivos.
Cuando se escriben estas líneas (2 de Agosto) la reunión del BCE ha
concluido con la decisión de que si los países con dificultades por la prima de
riesgo o la presión de los “mercados” quieren una salida que les garantice la
colocación de su deuda soberana deben pedir el rescate y con él las condiciones
y recortes que se les impongan. El sueño, o mejor la quimera, de Rajoy y Monti
se ha venido abajo. Y es que el problema, más allá de la tipología política del
gobernante de turno, estriba en el fracaso, a la luz de la Justicia Social, de
este proyecto de UE con una moneda única hija de un acuerdo suicida para muchos
de los países que en su momento lo firmaron. La evidencia de los hechos conduce
a una conclusión: por ese camino no hay solución.
Pero el espectáculo todavía consigue arrastrar a determinados espectadores
que en su ingenuidad siguen creyendo que por ahí vendrán las soluciones y que,
en consecuencia, debemos esperar, como ciudadanos y como españoles, a que las
instancias pertinentes decidan sobre nuestras vidas, haciendas y futuro como
país. Comento dos informaciones extraídas de lo cotidiano que explicitan mejor
que yo el disparate en el que nos han metido.
En un trabajo de José Luis Rodríguez de ATTAC de Sevilla y ex asesor de
varias Consejerías de la Junta de Andalucía, publicado en Rebelión, encontramos
los siguientes datos:
AÑO
|
DEUDA
|
2000
|
373.506 millones de
euros
|
2005
|
391.083 millones de
euros
|
2009
|
561.319 millones de
euros
|
2010
|
641. 802 millones de
euros
|
2011
|
734.961 millones de
euros
|
AÑO
|
CAPITAL + INTERESES
ANUALES
|
2000
|
72.000 millones de
euros
|
2005
|
85.000 millones de
euros
|
2009
|
125.000 millones de
euros
|
2010
|
169.000 millones de
euros
|
Según mis cálculos, la deuda en el año 2011 ha sido de 15.000 euros por
habitante.
Pero no me resisto a transcribir otros datos e informaciones:
A estos datos quiero añadir una consideración que también reproduzco del
citado trabajo: los gastos de Sanidad y Educación en el 2011 dieron una cifra
conjunta de 117.254 millones de euros; comparemos esa cantidad con la suma de
capital e intereses del año anterior y tendremos ante nuestros ojos una
evidencia numérica de superior capacidad explicativa que cientos de discursos.
Hace unos días el Presidente de la Junta de Andalucía ha criticado con
vehemencia la decisión del Ministerio de Hacienda de recortar en 2.735 la
capacidad de endeudamiento de la Administración Autonómica Andaluza. El Sr.
Griñan ha explicado que ello puede suponer “ el cierre de 19 hospitales o el de
2.000 centros de enseñanza o el despido de uno de cada cuatro funcionarios
hasta 60.000” .Esto es muy grave; y lo es más aún que una administración tenga
que recurrir de manera permanente al crédito para sufragar el gasto corriente.
Pero además hay una gravedad añadida consistente en endeudarse de manera
permanente en vez de recurrir a una reforma fiscal que haga pagar a los que
evaden, ocultan, falsean o incumplen sus obligaciones fiscales. En 90.000
millones de euros cifraba el profesor Navarro el importe del fraude fiscal en
España y ello sin hablar de evasión de capitales, exenciones y bonificaciones a
determinadas rentas o simplemente prebendas a determinados grupos, situaciones
o intereses. La espiral de la deuda, en su mayor parte ilegítima por ser
contraída para tapar agujeros, fracasos y operaciones irregulares de intereses
privados (la banca), conduce a España a su dilución como país independiente y a
su permanente ninguneo como voluntad democrática manifestada como pueblo
soberano y supuestamente acatada como fuente de legalidad y legitimidad; la
inseguridad jurídica y legal que a ello ha conducido sólo es comparable con los
períodos más oscuros y tristes de nuestra historia de de los siglos XIX y XX. Y
todo ello sin hacer mención del paro juvenil y del otro, la ausencia de
política económica digna de tal nombre y, sobre todo, la carencia de proyecto
de ningún tipo. Todo se reduce a esperar un milagro que así nunca va a
producirse.
Todavía, desde determinadas instancias políticas y mediáticas, se lanza un
doble mensaje: la formación de un Gobierno de Unidad Nacional para afrontar la
situación o en su caso, nuevas elecciones para intentar así que la otra cara
del bipartidismo gobierne. Olvidan o quieren hacernos olvidar que el problema
reside en el proyecto de Unión Monetaria que aprobado en Maastricht hace 20
años ha conducido al euro. Sin cambiar el proyecto, los relevos políticos y las
alternancias no solucionan nada No me resisto a exponer un ejemplo que explica
mejor que los grandes discursos cuál es la esencia del problema.
El Tratado de la Unión Europea, anteriormente referenciado, prohibió a los
gobiernos que acudiesen a sus bancos centrales para endeudarse. Así una fuente
de financiación barata (con intereses cercanos a 0) fue prohibida y en su lugar
fue la banca privada la que quedó como prestamista única de los gobiernos. Pues
bien, la diferencia entre lo que España ha tenido que pagar en el 2011 por
intereses a la banca y los que hubiera debido pagar al Banco de España si este
hubiera sido el prestamista, ha sido de 21.000 millones de euros. Ni el Banco
Central Europeo, ni el Fondo Monetario Internacional ni tampoco la Unión
Europea (la famosa troika) están concebidos para una economía productiva,
generadora de puestos de trabajo y regida por la Justicia Social. Por eso
apelar a que cambien únicamente los actores políticos es continuar con la misma
obra. No puede ir por ahí el camino. En esta hora de España, Europa y el Mundo
no podemos engañarnos y seguir esperando a que alguien nos solucione el
problema; el cambio sólo puede venir de la mayoría, por plural, varia e incluso
abigarrada, que ésta sea. Un cambio que se sustenta en una meta y en dos
afirmaciones rotundas.
No hay proyecto ni futuro para la mayoría sin que cuatro conceptos y sus
contenidos correspondientes, se constituyan en el horizonte de la acción de los
pueblos y sus mayorías: los DDHH. La Democracia en su acepción más completa y
profunda, el Derecho y la Justicia Social. Y ello no será posible mientras la
acción de la ciudadanía no tenga claro que:
1.
La economía es ciencia de medios y no de fines; es decir que es la voluntad
democrática de la sociedad quien decide qué tipo de economía hay que
desarrollar para conseguir los fines y las metas anteriormente expuestos.
2.
El desarrollo de la actividad económica debe ser compatible con el
equilibrio medioambiental y en consecuencia debe también supeditarse a ese
mandato y al respeto que debemos a las generaciones futuras.
¿Hay señales de que las cosas pueden ir en esa dirección?
La cultura de la prisa, la inmediatez y la irreflexión nos ha conducido a
querer ver resultados, cambios y novedades al instante, en breve tiempo, en
secuencias cortas. Por otra parte las personas que sufrimos las consecuencias
de la actual situación somos proclives, por la angustia vivida, a creer que
acciones súbitas y marcadas por la rabia y el dolor, más que justificados,
pueden mudar la situación. Sin embargo una reflexión sobre lo que está pasando
a nuestro alrededor nos indica que las cosas se mueven y positivamente.
Sólo hace dos años que el 15 M conmocionó a la opinión pública española y a
parte de la mundial. Aquello supuso y supone que en colectivos y grupos
sociales importantes cualitativa y cuantitativamente considerados, había
prendido la voluntad de ser protagonistas de su destino y en consecuencia la
capacidad de autoorganizarse.
Aquel acontecimiento no puede borrar de nuestra memoria una ingente
cantidad de asociaciones y organizaciones que desde antes del 15M ya venían
manteniendo posiciones basadas en programas alternativos y en esquemas de
organización social fuertemente democráticos. Pero fue este movimiento el que
tuvo la capacidad de un “hacer caer en la cuenta” más generalizado.
En menos de un año han ido apareciendo o renaciendo movimientos, proyectos
y propuestas de radical factura democrática que bajo la forma de foros,
convocatorias, llamamientos a la rebeldía democrática, etc. están marcando el
inicio de una nueva época.
En menos de un año se han puesto de actualidad conceptos y palabras como
Proceso Constituyente, Asamblea Constituyente, Empoderamiento, etc. que, o bien
no se habían escuchado antes o bien se habían olvidado.
En ese río de opinión pública, en esa corriente de renovación democrática
profunda y de Justicia Social se inserta nuestro proyecto de Frente Cívico. No
pretendemos ser distintos a nadie ni tampoco considerarnos portadores
exclusivos de ese ímpetu de cambio profundo. La característica que mejor nos
defina y singularice quizás sea la de la transversalidad; es decir la especial
atención que ponemos en buscar un denominador común en esa mayoría tan varia y
plural y hacerlo con el método de elaboración colectiva de programas,
propuestas y acciones pertinentes para implantarlos y llevarlos a cabo.
Y en eso estamos; somos conscientes de nuestras limitaciones estructurales
y organizativas pero también somos conscientes de que la realidad y los deseos
de cambiar soplan con fuerza nuestras velas.
¿En que situación nos encontramos?
Al día de hoy se han adherido 4.050 personas de las cuales 2738 ya han
recibido la confirmación para que se puedan conocer y dirigirse a otras de la
misma localidad.
Se han terminado con los datos recibidos entre los días 17 y 23 de Julio.
En breve se comenzará a introducir otras 1000 adhesiones.
En Alicante, A Coruña, Asturias, Cádiz, Madrid y Sevilla ya se han
constituido asambleas y elegido provisionalmente a sus coordinadores.
De la misma manera nos consta fehacientemente que en Barcelona capital y en
Vilanova y la Geltrú también se han constituido asambleas.
A través de otras informaciones sabemos que en Madrid y varias capitales
más se ha empezado el proceso asambleario pertinente.
Queda por constituir los grupos de Palencia, Segovia, Soria , Ceuta y Melilla.
En cuanto a Córdoba se procederá a constituir la asamblea en el mes de
Septiembre.
Como ya advertíamos en el Somos Mayoría I disponemos de escasísimas
infraestructuras y todo el trabajo está recayendo sobre un puñado de personas.
Os rogamos paciencia. Con serenidad y método iremos construyendo el proyecto.
Esperamos que a final de año lo tengamos constituido con una estructura
extendida a lo largo y ancho de la geografía española.
Os rogamos que pongáis el mayor esfuerzo y el mayor énfasis en la elaboración
de propuestas programáticas que vayan enriqueciéndose desde la base hasta la
futura estructura estatal.
Mientras tanto y en aquellos lugares en los que ya estéis constituidos con
el acta correspondiente podéis, si así lo creéis conveniente, tomar o secundar
iniciativas que no colisionen con los principios o metodología del Frente
Cívico.
Estamos estudiando hacer una gran comparecencia pública en el mes de
Septiembre. Paciencia, tesón y ánimo.
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